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miércoles, noviembre 09, 2005

Londres, el día en que se puso el sol

El centro del mundo se ubicó por unos cuantos días en el Reino Unido, al igual que aquellos tiempos cuando “el Sol no se ponía nunca sobre el Imperio”. El Live 8, un evento que reunió en varias partes del mundo (sede principal Hyde Park, en Londres) a una serie de multimillonarios reunidos para cantar contra la pobreza en el África sin sentir realmente la causa a la que estaban abrazados, ya que cuesta creer que músicos cuya principal afición es la acumulación infinita de riquezas puedan realmente cantar en contra de un fenómeno que les es tan distante, cual si donaran dinero para una siembra de alcachofas en Marte. Lo importante es obtener una imagen de desinterés y ganas de colaborar con el prójimo.Quemeperdonen los entusiastas de los famosos, pero yo no les creo.A la semana siguiente, se reunía en Edimburgo el G8, un club exclusivo que reúne a las naciones más industrializadas del planeta, es decir Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia, el G8. Como grupo el G8 posee la mayor fuerza económica, política y militar sobre la Tierra, a un punto tal que cuatro de sus miembros son los principales proveedores de armas en el mundo. Fue en una reunión del G8 donde se planificó la reconstrucción de Irak y recientemente han expresado su preocupación por la contaminación atmosférica, aunque sean sus miembros los principales responsables de dicha contaminación y los más reacios a suscribir el protocolo de Kyoto.Con la convención del G8 aun en desarrollo y con la resaca del Live 8 viva, Londres fue designada como sede de los Juegos Olímpicos del 2012, en una decisión inesperada del Comité Olímpico Internacional si se considera que era París la gran favorita. No cabía duda, en ese instante preciso el Reino Unido era el centro de todas las miradas, los aficionados a la música, los que viven del deporte, los políticos, todos miraban allí. El sueño de cualquier terrorista hecho realidad.El jueves 7 de julio, explosiones en diversas estaciones del metro de Londres, cerca de las 9 de la mañana, dejaron un saldo aproximado de 52 muertos (aun pudieran ser más) todos víctimas de algo más que un acto terrorista. Con Londres se estrecha el círculo que nos convierte a todos en posibles víctimas del terrorismo.La globalización, tan cacareada, tan celebrada y aun tan poco comprendida, no sólo ha unido las economías sino que ha derrumbado las barreras de los tipos delictivos. Existe un argumento terrible que suele usar Bin Laden, “nuestro objetivo es que ustedes sientan nuestro horror cada vez que somos bombardeados, como cada niño y mujer que muere en nuestros países”. El extremismo ha tomado una decisión, convertir la muerte, el miedo y la tristeza en un elemento más de nuestro día a día, y logran paso a paso su objetivo, por más que con soberbia terrible Estados Unidos, España, Inglaterra digan “no nos cambiarán nuestra forma de vida”. Ya esa forma de vida cambió para siempre.Los niños que morían de hambre en África, los muertos por explosiones en calles de Israel y Palestina, la corrupción siempre en aumento de Latinoamérica ya no sólo es una realidad del tercer mundo.Si el primer mundo no hace nada por equilibrar el planeta, si no reconoce que no han enfrentado las causas del extremismo desde su base, nada cambiará. El escenario se presenta oscuro, las últimas investigaciones indican que los autores de los atentados de Londres eran ingleses, de ser así, ya no bastará con controlar los aeropuertos, hará falta vigilar las oficinas y las escuelas. Si el mundo no se convierte en un lugar mejor para vivir, habrá cada vez más oídos dispuestos a escuchar las palabras de odio y destrucción de los extremistas del mundo, de esos que creen que para cambiar al planeta primero hace falta destruirlo.

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