Creo en el Derecho de autor

miércoles, abril 30, 2008

El mas grande de todos



Hablando del más grande.

Palabra de Alí

Cassius Clay fue el nombre con el que nació y vivió el inicio de su vida Mohamed Alí, nombre que adoptó cuando se convirtió a la religión musulmana. Era Cassius Clay cuando fue a las Olimpiadas de Roma en 1960 y ganó la medalla de oro del peso semipesado. La misma medalla que luego en un acceso de soberbia tiraría a un río. Alí fue famoso por ser un bocón, que hablaba constantemente, antes, durante y después de sus combates. “Flota como una mariposa y pica como una abeja” fue la manera como definió su boxeo, cuando le preguntaron sobre su cambio de religión dijo "Ríos, lagos, lagunas y arroyos; todos tienen nombres diferentes pero todos contienen agua. Así son las religiones; todas contienen verdades". George Foreman cuenta que Alí le murmuraba en el oído “¿eso es todo lo que tienes?” en el último asalto de su combate juntos. Era como si su boca actuara como una tercera mano, golpeando, castigando a sus rivales. ¿Qué tan soberbio era Alí? Pregúntenle: “¡Es difícil ser humilde cuando uno es tan grande!”.

Los combates de Alí

Muhamed Alí brindó varias de las mejores peleas de la historia, no las ganó todas pero siempre ofreció espectáculo sobre el ensogado. Su primera pelea por el título de campeón mundial fue contra Sonny Liston de quien decía que era demasiado feo para ser campeón mundial, Alí lo derrotó de manera categórica, bailando alrededor de él, golpeándolo y retirándose, combinado dos y tres golpes de forma magistral. Luego ya consolidado vino el primer combate contra el gran Joe Frazier, un muy buen peleador de excelente pegada quien golpeó a Alí constantemente y lo derribó en el último asalto para así llevarse la victoria por decisión unánime, luego en un segundo combate Alí se impuso por puntos.

Estos dos combates sirvieron de antecedente a lo que fue la batalla más grande y épica de la historia del boxeo, en 1975 en Manila se encontraron por última vez Frazier y Alí. Fueron 14 rounds de combate desesperado, se pegaron el uno al otro hasta que su vista estuvo nublada y no lograban verse sus propias manos, por encima de cualquier dolor y cansancio combatieron y al final, antes del Round 15 la esquina de Frazier tiró la toalla. Alí ganaba su combate más importante, sus palabras ilustran lo que significó “fue lo más cercano a la muerte”.

El 30 de octubre de 1974 Alí demostró la clase de boxeador que era. Se enfrentaba a George Foreman el campeón del momento, un joven de 25 años señalado como la nueva figura del boxeo. Sin embargo en Zaire, en pleno corazón de África, durante una pelea que se llamó el “Rugido de la Jungla” Alí destruyó a Foreman. Pasó 8 asaltos recibiendo golpes con resistencia inhumana, hasta que decidió que era hora de ganar y combinó su izquierda y derecha en la mandíbula de Foreman enviándolo a la lona y ganando su gran pelea, la que le sirvió para ganar el título una vez más.

El valor de un nombre

Muhamed Alí no fue el nombre que recibió el gran boxeador al nacer, se llamaba Cassius Clay en honor a su abuelo. En 1966, ya después de haber sido campeón olímpico y estrenándose como campeón mundial decidió convertirse a la religión musulmana, lo cual trajo consigo un gran escándalo en la ultraconservadora sociedad estadounidense. Ya de por si era bastante grave tener un negro como máxima figura deportiva para que en añadidura se convirtiera al islamismo. Se debe recordar que en los años 60 existió en Estados Unidos el movimiento de los musulmanes negros, un grupo ultrarradical que perseguía el convertir a la gente negra de los Estados Unidos al islamismo como una forma de levantarse y hacer oposición a la mayoría blanca conservadora, que maneja el poder político y económico de la tierra del Tio Sam. El movimiento islamista cambiaba el nombre de sus seguidores puesto que sus nombres de nacimiento eran “nombres de esclavos”. La mayor ilustración de ello son las palabras del campeón: “Cassius Clay es el nombre de un esclavo. Yo no lo escogí, yo no lo quería. Yo soy Mohamed Alí, un nombre libre, significa amado por Dios e insisto en que la gente lo use cuando me hablan o hablan sobre mí”.

La única pelea a la cual huyó

En 1967 Muhamed Alí se negó a combatir en la guerra de Vietnam, alegando que no pelearía en una batalla que no le correspondía porque no se consideraba parte de la nación del norte. El castigo fue brutal, lo alejaron siete años de los ensogados y condenaron a tres años de prisión. La historia siempre preguntará cuanto más grande hubiera sido de no haber estado alejado del deporte en los años de su plenitud deportiva.

El hombre que celebró su raza

Muahamed Alí fue el símbolo de una raza que luchaba por sus derechos civiles en una tierra golpeada de manera salvaje por el racismo. Martín Luther King, Malcom X y Muhamed Alí fueron para los negros estadounidenses una trinidad que representaba todo aquello hacia donde apuntaban las reivindicaciones de un pueblo.

Alí fue la primera figura pública negra que se expresó con orgullo infinito de ser negro, se llamaba a sí mismo hermoso y perfecto y exigía respeto para su raza, para muchos era simple soberbia, pero merece interpretarse como algo más profundo, era una defensa contra los ataques de la prensa deportiva blanca que intentaba pintarlo como un bruto que sabia pegar. En entrevistas, en conversaciones, sobre el ring, Alí hacía gala de una inteligencia extraordinaria, que se reflejaba en su sentido del humor, su capacidad de interpretar el mundo y de ser él mismo su mejor publicista y promotor. Alí hacia de cada pelea un show digno de verse, las estrellas de Hollywood acudían expectantes y tipos como Sinatra entrevistaban al boxeador ansiosos de conocerle y tratar en vivo al gran hombre.

No importa el tiempo que haya pasado, Muhamed Alí sigue siendo el más grande. No importa que la mitad de quienes lo admiran ni siquiera lo haya visto pelear en vivo (como es el caso de este servidor), Alí siempre representará la gloria del pueblo negro. Darryl Mc Daniels, un cantante de Rap dijo: “Érase una vez un rey que fue grande y poderoso toda su vida y ganó grandes batallas. Y en su vejez fue privado del talento con que Dios lo bendijo. Aunque ahora está callado, habla más fuerte que nunca”.

lunes, abril 21, 2008

Las Canciones de la Billo's Caracas Boys


Si el que lee esto es venezolano seguramente las conoce, es más casi seguro que recuerda cada diciembre de su infancia con su sonido. Posiblemente haya visto bailar a su papá encorbatado esta música, se trata de la Billos, quizás la banda sonora de la Venezuela Saudita, la creación suprema de un inmigrante dominicano que se dedico a cantarle a Caracas y a los caraqueños. Billos Frometa, un ocurrente músico que pensó que Venezuela era el mejor país del mundo y que provocaba pasarse la vida haciéndolos bailar, y así lo hizo.
Hago referencia a Billos porque el fin de semana escuché una de sus canciones; "El Brujo" esa que dice "Por ti, por tu casa, por lo que esperas... Vuela Satanas", me impresiona como puede hacerse una canción tan pegajosa y genial, como para escucharla y entender la letra, su sabor y capacidad de divertirnos y hacernos mover el cuerpo eso es inigualable. Es igual con "La Flor del Trabajo", una canción que le encanta a mi mamá y en la cual un sujeto cuenta todas las excusas habidas y por haber para justificar que pasó un año completo sin trabajar ni un poquito. Y tu, ¿de que canción de billos te acuerdas y te sabe la boca a hallaca?

miércoles, abril 02, 2008

Yo Tengo Un Sueño (Martín Luther King Jr)


Martín Luther King

Lo he leido 100 veces y aun no puedo con todos los sentimientos que me genera, creo que es un gran regalo para todo el que pasa por este espacio... ¿Quién niega que haya discursos que pueden mover a la humanidad?

Discurso Yo Tengo Un Sueño 28/08/1963

Estoy feliz de unirme a ustedes hoy en lo que quedará en la historia como la mayor demostración por la libertad en la historia de nuestra nación.

Hace años, un gran americano, bajo cuya sombra simbólica nos paramos, firmó la Proclama de Emancipación. Este importante decreto se convirtió en un gran faro de esperanza para millones de esclavos negros que fueron cocinados en las llamas de la injusticia. Llegó como un amanecer de alegría para terminar la larga noche del cautiverio.

Pero 100 años después, debemos enfrentar el hecho trágico de que el negro todavía no es libre. Cien años después, la vida del negro es todavía minada por los grilletes de la discriminación. Cien años después, el negro vive en una solitaria isla de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material. Cien años después el negro todavía languidece en los rincones de la sociedad estadounidense y se encuentra a sí mismo exiliado en su propia tierra.

Y así hemos venido aquí hoy para dramatizar una condición extrema. En un sentido llegamos a la capital de nuestra nación para cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y la Declaratoria de la Independencia, firmaban una promisoria nota de la que todo estadounidense sería el heredero. Esta nota era una promesa de que todos los hombres tendrían garantizados los derechos inalienables de "Vida, Libertad y la búsqueda de la Felicidad".

Es obvio hoy que Estados Unidos ha fallado en su promesa en lo que respecta a sus ciudadanos de color. En vez de honrar su obligación sagrada, Estados Unidos dio al negro un cheque sin valor que fue devuelto marcado "fondos insuficientes". Pero nos rehusamos a creer que el banco de la justicia está quebrado. Nos rehusamos a creer que no hay fondos en los grandes depósitos de oportunidad en esta nación. Entonces hemos venido a cobrar este cheque, un cheque que nos dará las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia.

También vinimos a este punto para recordarle de Estados Unidos de la feroz urgencia del ahora. Este no es tiempo para entrar en el lujo del enfriamiento o para tomar la droga tranquilizadora del gradualismo. Ahora es el tiempo de elevarnos del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el iluminado camino de la justicia racial. Ahora es el tiempo de elevar nuestra nación de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la sólida roca de la hermandad. Ahora es el tiempo de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios.

Sería fatal para la nación el no percatar la urgencia del momento. Este sofocante verano del legítimo descontento del negro no terminará hasta que venga un otoño revitalizador de libertad e igualdad. 1963 no es un fin, sino un principio. Aquellos que piensan que el negro sólo necesita evacuar frustración y que ahora permanecerá contento, tendrán un rudo despertar si la nación regresa a su rutina habitual.

No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que el negro tenga garantizados sus derechos de ciudadano. Los remolinos de la revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que emerja el esplendoroso día de la justicia.

Pero hay algo que debo decir a mi gente, que aguarda en el cálido umbral que lleva al palacio de la justicia: en el proceso de ganar nuestro justo lugar no deberemos ser culpables de hechos erróneos. No saciemos nuestra sed de libertad tomando de la copa de la amargura y el odio. Siempre debemos conducir nuestra lucha en el elevado plano de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en la violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas de la resistencia a la fuerza física con la fuerza del alma.

Esta nueva militancia maravillosa que ha abrazado a la comunidad negra no debe conducir a la desconfianza de los blancos, ya que muchos de nuestros hermanos blancos, como lo demuestra su presencia aquí hoy, se han dado cuenta de que su destino está atado a nuestro destino. Se han dado cuenta de que su libertad está ligada inextricablemente a nuestra libertad. No podemos caminar solos. Y a medida que caminemos, debemos hacernos la promesa de que marcharemos hacia el frente. No podemos volver atrás.

Existen aquellos que preguntan a quienes apoyan la lucha por derechos civiles: "¿Cuándo quedarán satisfechos?" Nunca estaremos satisfechos en tanto el negro sea víctima de los inimaginables horrores de la brutalidad policial. Nunca estaremos satisfechos en tanto nuestros cuerpos, pesados con la fatiga del viaje, no puedan acceder a alojamiento en los moteles de las carreteras y los hoteles de las ciudades. No estaremos satisfechos en tanto la movilidad básica del negro sea de un gueto pequeño a uno más grande. Nunca estaremos satisfechos en tanto a nuestros hijos les sea arrancado su ser y robada su dignidad por carteles que rezan: "Solamente para blancos". No podemos estar satisfechos y no estaremos satisfechos en tanto un negro de Mississippi no pueda votar y un negro en Nueva York crea que no tiene nada por qué votar. No, no estamos satisfechos, y no estaremos satisfechos hasta que la justicia nos caiga como una catarata y el bien como un torrente.

No olvido que muchos de ustedes están aquí tras pasar por grandes pruebas y tribulaciones. Algunos de ustedes apenas salieron de celdas angostas. Algunos de ustedes llegaron desde zonas donde su búsqueda de libertad los ha dejado golpeados por las tormentas de la persecución y sacudidos por los vientos de la brutalidad policial. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen su trabajo con la fe de que el sufrimiento sin recompensa asegura la redención.

Vuelvan a Mississippi, vuelvan a Alabama, regresen a Georgia, a Louisiana, a las zonas pobres y guetos de las ciudades norteñas, con la sabiduría de que de alguna forma esta situación puede ser y será cambiada.

No nos deleitemos en el valle de la desesperación. Les digo a ustedes hoy, mis amigos, que pese a todas las dificultades y frustraciones del momento, yo todavía tengo un sueño. Es un sueño arraigado profundamente en el sueño americano.

Yo tengo un sueño que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales.

Yo tengo un sueño que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad.

Yo tengo un sueño que un día incluso el estado de Mississippi, un estado desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia.

Yo tengo un sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter.

Yo tengo un sueño que un día, allá en Alabama, con sus racistas despiadados, con un gobernador cuyos labios gotean con las palabras de la interposición y la anulación; un día allí mismo en Alabama pequeños niños negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas.

¡Yo tengo un sueño hoy!

Yo tengo un sueño que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada, y toda la carne la verá al unísono.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que regresaré al sur. Con esta fe seremos capaces de esculpir de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza.

Con esta fe seremos capaces de transformar las discordancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a prisión juntos, de luchar por nuestra libertad juntos, con la certeza de que un día seremos libres.

Este será el día, este será el día en que todos los niños de Dios serán capaces de cantar con un nuevo significado: "Mi país, dulce tierra de libertad, sobre ti canto. Tierra donde mis padres murieron, tierra del orgullo del peregrino, desde cada ladera, dejen resonar la libertad". Y si Estados Unidos va a convertirse en una gran nación, esto debe convertirse en realidad.

Entonces dejen resonar la libertad desde las prodigiosas cumbres de Nueva Hampshire. Dejen resonar la libertad desde las grandes montañas de Nueva York. Dejen resonar la libertad desde los Alleghenies de Pennsylvania! Dejen resonar la libertad desde los picos nevados de Colorado. Dejen resonar la libertad desde los curvados picos de California. Dejen resonar la libertad desde las montañas de piedra de Georgia. Dejen resonar la libertad de la montaña Lookout de Tennessee. Dejen resonar la libertad desde cada colina y cada topera de Mississippi, desde cada ladera, dejen resonar la libertad!

Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde cada estado y cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día cuando todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo espiritual negro: "¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!"