Creo en el Derecho de autor

domingo, enero 11, 2009

Videos grotescos

Hace un par de días tuve ocasión de enterarme de un video grabado por funcionarios policiales en el cual obligaban a un travesti a desnudarse y bailar mientras los funcionarios lo agredían verbalmente y podemos suponer que incluso físicamente. La solución de parte del alcalde fue destituir a los 14 funcionarios por poner en menoscabo la “moral de la institución”, como si los derechos humanos y ciudadanos dañados a esa persona no fueran el delito real sino el mal menor.
El círculo de la intolerancia es un hecho social de muy amplio radio de acción que de manera imperceptible nos rodea a todos, condenándonos a asumir posiciones extremas frente a asuntos que cada día más forman parte de la cotidianidad. La homosexualidad, un tema que va de lo bufonesco a lo criminal, es la última frontera de los derechos civiles. En Latinoamérica el homosexual ha sido visto siempre como una persona extravagante, incluso medio divertida. Basta recordar los personajes clichés de las novelas latinoamericanas donde un homosexual era la nota cómica en medio de un drama de proporciones casi épicas.
Ya en otras ocasiones he hablado sobre el círculo de la intolerancia, ese del que todos formamos parte. Somos parte del problema porque nos hacemos los ciegos ante una realidad incuestionable y es que muchos funcionarios militares y policiales abusan a diario de los travestis que se prostituyen en las calles, cual si les correspondiera un derecho a vasallaje. Pregúntele a cualquier prostituta y le dirá que esta obligada a pagar con favores sexuales gratuitos en la parte de atrás de una patrulla de esas que compran con nuestros impuestos.
Ahora con la tecnología se vuelve todo peor, porque quedan testimonios de nuestra brutalidad e ignorancia. Ningún grupo es más víctima del maltrato policial que los travestís que venden favores sexuales en las calles de Venezuela, los agravios incluyen violaciones y palizas, además de la cotidiana ración de insultos.
Pero estos videos tienen un doble efecto, gracias a ellos lo que antes era un secreto a voces ahora es una realidad que nos golpea de frente. De un tiempo para acá diversos grupos de presión homosexuales hacen fuerza en Venezuela, pero siento que sus acciones son estériles y hasta vacías. Como sector organizado se encuentran en la obligación de empujar a las autoridades a encarar estos problemas como lo que son, crímenes de odio.
En nuestro país hay odio solapado, odio hacia los diferentes, un odio que muchos llevamos dentro de forma inconsciente, sino lo asumimos no lo podremos combatir y hacer la revolución real, esa que no sólo modifica las formas sociales, sino también los fondos. Una revolución educativa.
Educar para la tolerancia es la única salida que queda para cortar este círculo. No existe un mayor problema que los conceptos de normalidad y anormalidad. Dichos conceptos han creado una sociedad que cataloga a las personas en los correctos y los incorrectos. Siendo los correctos seres etéreos y desconocidos es preferible vivir la vida según lo dictaminan los incorrectos, al fin y al cabo éstos se parecen más a todos nosotros, seres humanos falibles que sólo estamos seguros de no estar seguros de lo que somos.