Creo en el Derecho de autor

sábado, agosto 13, 2011

La felicidad, un bien algo molesto de poseer

La suprema búsqueda de la felicidad, es la quimera de los libros de autoayuda. Se presupone, yo así lo creo, que el objeto de esta vida es tener la mayor cantidad de momentos felices posibles. Sin embargo ser feliz a veces es incómodo, molesto y si somos los suficientemente humanos, doloroso.

Ojo, no se trata de que seamos emos, depresivos, autodestructivos, masoquistas o cualquiera de estos respetados especímenes, se trata de que la felicidad está peor repartida que las riquezas, y a diferencia del dinero, a veces da pena ser feliz delante del desdichado.

¿A que viene esta reflexión?; soy padre de un niño gran prematuro, mi esposa, mi hijo mayor y yo hemos vivido momentos realmente duros, aun así, mi pequeño príncipe ha salido adelante y cada vez está mejor y más cercano a la normalidad. No obstante, durante el proceso hemos conocido a otros padres con casos parecidos al nuestro, bebes prematuros, con enfermedades poco comunes, y en situaciones cuando menos terribles.

En momentos como esos, sientes culpa de ser feliz. Sientes que no es justo que a ti algo te salga bien, cuando para los demás no es así. En cristiano, es como cuando estas comiendo en algún saludable sitio callejero y un niño en situación de calle se te acerca y te pide “pa’ un jugo”. Si los criaron bajo el mismo concepto judeo cristiano de culpa que a mí, le aseguro que la empanada de carne sabrá un poquito a mierda.

Lo dijo Silvio Rodríguez infinitamente mejor que yo; la felicidad comporta muertos ajenos. Sin querer ahondar en política, el concepto capitalista de la mercancía limitada que hace parte del mercado precisamente por lo diferenciadamente repartida.

Hablando de Silvio, mejor dejarles la canción que habla un poquito sobre el ser feliz aún a pesar del dolor de los otros, no doy para más: