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viernes, marzo 03, 2006

Dos morales y una sola sexualidad

Uno se asusta ante la idea de que miles de niñas menores de 15 años enfrentan enfermedades de transmisión sexual, embarazo, y otras consecuencias de un inadecuado despertar sexual. Pero quizás el temor se hiciera mayor si supiéramos que las secuelas de una mala educación sexual se manifiestan mucho más allá de estas edades trayendo consecuencias en grupos etarios que uno supone debieran tener una formación que les permitiera enfrentar su vida sexual de manera sana y sin riesgos y peligros para su salud y su futuro.
Los jóvenes entre 19 y 28 años enfrentan la misma problemática que los que son casi niños. Embarazo, ya no precoz, pero en las condiciones socio-económicas no adecuadas (desempleo, formación educativa incompleta, adultos aún atados al hogar de los padres), y lo más grave de todo Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) que en muchos casos traen consecuencias permanentes para los afectados.
En una sociedad donde de sexo se habla en la televisión, en Internet, en las aulas de clase, ¿por qué sigue existiendo tanta irresponsabilidad y desinformación entre la juventud? Una explicación puede ir referida a la doble moral imperante en nuestro sistema social. Por un lado, en las escuelas la educación sigue teniendo ciertas connotaciones mágico-religiosas que tienden a dar a las cosas nombres distintos a los que tienen. Los docentes suelen dar el tema con cierta vergüenza al parecer afectados por su propia educación de hogar, y sin entender lo vital que es este tema para el futuro de sus estudiantes.
El mayor contraste ocurre cuando por un lado el sistema social y los valores morales dinámicos y eternamente cambiantes estimulan cada vez más al despertar sexual temprano, a tener múltiples parejas y a disfrutar libremente de la sexualidad, y, por el otro lado, tenemos un sistema educativo deficiente, el resultado:practicamos desenfrenadamente el sexo según los nuevos valores, pero manteniendo la educación de los viejos valores. Imposible que así no salgan mal las cosas.
Para cerrar el círculo nos encontramos con la característica más terrible de las enfermedades de transmisión sexual, el rechazo que existe por parte de quien la sufre a asumir su enfermedad (cualquiera que ésta sea) de manera natural, por el contrario quien se contagia con una ETS esconde su condición con vergüenza y la oculta incluso de aquellos con quienes mantiene relaciones sexuales, convirtiendo en pandemia lo que pudo curarse con responsabilidad y un sistema de salud correctamente diseñado.
La solución del problema no es sencilla, aunque puede ser alcanzada. No se puede seguir promulgando un sistema educativo que parece calcado de los libros de educación familiar de la España franquista; es necesario crear una educación sexual sin el vicio de la doble moral, que esté orientado a afrontar las realidades que las juventudes viven en nuestro sistema de valores y creencias actuales y reales. De la misma forma, debemos enfocar esfuerzos en una cultura de la prevención más diáfana, apegada a un sistema de salud que esté preparado para dotar a los hospitales y a las escuelas con sistemas de prevención correctos.
El mayor ejemplo de todo lo anterior es cuando a la Fundación “Daniela Chappard” se le retiró en el año 2005 el premio “Monseñor Pellín” puesto que dicha fundación apoyaba elementos como el condón, que iban en contra de lo que promovía la Iglesia.
Una fundación que ha luchado de manera denodada y que ha llevado adelante una de las campañas más exitosas e inteligentes por la educación sexual de los venezolanos, fue castigada por no apegarse a una moral que en todo caso se cree con mayor derecho a condenar aquello que no aprueba que a aportar soluciones a los problemas que le angustian.


4 / El Mundo / Sábado / Caracas , 28 de Enero de 2006

José L. Cubillán R.

4 comentarios:

bostezo dijo...

Cubi lo de la educación sexual es la misma vaina en todas partes y en todos los niveles. La semana pasada hablabla con una profesora de biología aquí en la universidad, y ella me comentaba que estaba un poco incomoda porque tenia que enseñar el sistema reproductivo de los humanos. Entonces tu me diras!
Yo no pude más que contarle lo incomoda que yo estuve en el liceo cuando me eseñaron el sistema respiratorio. La nariz!!! todavía me da escalofrío cuando recuerdo lo horrible que es la nariz por dentro.

La Hija de Zeus dijo...

Es increíble todo lo que vemos en tv y a través de los medios de comunicación, que promueven el sexo fácil.. comparto tu opinión. La solución no es sencilla, y tu planteamiento sobre instaurar un sistema preventivo a través de centros de salud y educativos me parece casi imposible en un país como este.
Se requerirá de una conciencia social en aquellos que venden sexo a través de los medios, y no me refiero a que no lo hagan sino que promuevan la salud con la misma fuerza. Así como el trabajo de muchas fundaciones y el apoyo de cada uno de nosotros.

Lycette Scott dijo...

Sin duda alguna un post sumamente importante, esa falta de educación sexual que además, no es problema exclusivo de la clase baja, porque en otras clases suele suceder que el tema sea un tabú, trayendo consecuencias nefastas. Evidentemente necesitamos más apertura a este tipo de educación, es algo urgente para salvar nuestra sociedad..

Anónimo dijo...

Creo que el asunto de la educación sexual, parte del hecho de la aceptación que cada uno de nosotros pueda dar a ser personas integrales (espectacular ejemplo el de la clase del sistema respiratorio). Si desde la individualidad aceptáramos que nacemos con aparato reproductor, que tiene funcionamiento especifico, que al accionarlo se involucran también afectos (o valores) y todo esto que conocemos son sus implicaciones, seria más sencillo asumir la prevención. Esto de aportar lo que podemos, a quienes nos conocen, a quienes nos toca acompañar en su transitar cercano o lejano, este seria, desde mi punto de vista, el aporte real a una educación sexual que rompe con la doble moral ya que se demuestra con hechos, donde los principales responsables son los actores que si podemos controlar: Nosotros mismos.