Creo en el Derecho de autor

sábado, marzo 18, 2006

El ocaso de los supervillanos

Slobodan Milosevic es quizás el último de los “Supervillanos” por ahora. Los Supervillanos son aquellos que son señalados por el mundo occidental como responsables de todas las desgracias, como los avatares del mundo moderno se podría decir.
En un mundo tan necesitado de héroes no queda duda de que también estamos necesitados de malvados enemigos, que sean capaces de acabar el mundo con tan sólo apretar un botón rojo; ¿el resultado? los adultos leemos los periódicos igual que los niños leen historietas, esperamos que en cualquier momento lleguen los buenos a atrapar a los pillos. En fin, el mismo mundo que divide a las personas en malos y buenos, en blancos y negros, cual si los grises no formaran parte del mundo real.
La reflexión viene por culpa de la oscura muerte del ex dictador Yugoslavo, quien falleció en una cárcel de las Naciones Unidas en La Haya, de un infarto bastante previsible si tomamos en cuenta el historial de cardiopatía y alta tensión que tenía el mandatario. Con la muerte de Milosevic, el encarcelamiento de Sadam Huseim y la desaparición que sufre Osama Bin Ladem, el “mundo libre” (esa curiosa expresión con la cual los soberbios dirigentes norteamericanos denominan al occidente del planeta) se ha quedado virtualmente sin enemigos terribles a los cuales enfrentar. Imaginen ustedes que fuera de Superman si no existiera Lex Luthor.
Claro, siguen existiendo algunos enemigos menores a los cuales los héroes empiezan a tomar en cuenta, pero esos todavía están en la categoría de pequeños desobedientes o amenazas para la estabilidad del continente y aun no pueden ser catalogados como “enemigos de la libertad”.
Los supervillanos son muy útiles, gracias a ellos podemos excusar todas nuestras fallas pues estamos demasiado ocupados combatiendo el mal, cuando explota una bomba, cuando mueren inocentes, pues allí están los enemigos perfectos para pagar los platos rotos. Ahora bien, ¿queremos decir con esto que Milosevic, Husein o Bin Ladem, por nombrar algunos, son simples chivos expiatorios cuya única culpa es haber sido antipáticos a Occidente? De ninguna manera, Milosevic, que es quien hoy nos ocupa, fue un fanático ultranacionalista responsable de la operación de limpieza étnica más terrible que recuerde la humanidad desde la época del holocausto. Sus acciones y tácticas iban dirigidas a usar los Balcanes como polvorín que encendiera una Tercera Guerra Mundial, con la intervención de Rusia para defenderlos de los ataques de Occidente.
Afortunadamente su estrategia no arrojó los resultados que él esperaba.
De tal manera que, era lógico y aplaudible que Milosevic fuera sometido a un juicio en La Haya, bajo la vista de todo el planeta y fuera condenado con serenidad y justicia a un castigo ejemplar. Milosevic no era un visionario ni un heraldo del progreso como ahora proclaman quienes lo lloran, el dictador era un genocida:
así de simple.
El mundo debe acabar con los “supervillanos”, mas cuando digo esto no me refiero a tomar una cámara de gas y meter allí a todos los malos muchachos, contrastados o no. Me refiero a la necesidad de abandonar el concepto de que existen seres culpables de todos mientras que los demás sólo somos sus víctimas. Los errores se cometen por acción y por omisión y el surgimiento de hombres como Milosevic ocurrió bajo la mirada complaciente del mundo occidental, su subida al poder se financió con los negocios llevados a cabo con los “héroes”, al igual que Osama o Husein. Todos al final somos consecuencia de este mundo de malos y buenos, de dioses y demonios.

4 / El Mundo / Sábado / Caracas , 18 de Marzo de 2006
JOSÉ L. CUBILLÁN R.

viernes, marzo 03, 2006

Dos morales y una sola sexualidad

Uno se asusta ante la idea de que miles de niñas menores de 15 años enfrentan enfermedades de transmisión sexual, embarazo, y otras consecuencias de un inadecuado despertar sexual. Pero quizás el temor se hiciera mayor si supiéramos que las secuelas de una mala educación sexual se manifiestan mucho más allá de estas edades trayendo consecuencias en grupos etarios que uno supone debieran tener una formación que les permitiera enfrentar su vida sexual de manera sana y sin riesgos y peligros para su salud y su futuro.
Los jóvenes entre 19 y 28 años enfrentan la misma problemática que los que son casi niños. Embarazo, ya no precoz, pero en las condiciones socio-económicas no adecuadas (desempleo, formación educativa incompleta, adultos aún atados al hogar de los padres), y lo más grave de todo Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) que en muchos casos traen consecuencias permanentes para los afectados.
En una sociedad donde de sexo se habla en la televisión, en Internet, en las aulas de clase, ¿por qué sigue existiendo tanta irresponsabilidad y desinformación entre la juventud? Una explicación puede ir referida a la doble moral imperante en nuestro sistema social. Por un lado, en las escuelas la educación sigue teniendo ciertas connotaciones mágico-religiosas que tienden a dar a las cosas nombres distintos a los que tienen. Los docentes suelen dar el tema con cierta vergüenza al parecer afectados por su propia educación de hogar, y sin entender lo vital que es este tema para el futuro de sus estudiantes.
El mayor contraste ocurre cuando por un lado el sistema social y los valores morales dinámicos y eternamente cambiantes estimulan cada vez más al despertar sexual temprano, a tener múltiples parejas y a disfrutar libremente de la sexualidad, y, por el otro lado, tenemos un sistema educativo deficiente, el resultado:practicamos desenfrenadamente el sexo según los nuevos valores, pero manteniendo la educación de los viejos valores. Imposible que así no salgan mal las cosas.
Para cerrar el círculo nos encontramos con la característica más terrible de las enfermedades de transmisión sexual, el rechazo que existe por parte de quien la sufre a asumir su enfermedad (cualquiera que ésta sea) de manera natural, por el contrario quien se contagia con una ETS esconde su condición con vergüenza y la oculta incluso de aquellos con quienes mantiene relaciones sexuales, convirtiendo en pandemia lo que pudo curarse con responsabilidad y un sistema de salud correctamente diseñado.
La solución del problema no es sencilla, aunque puede ser alcanzada. No se puede seguir promulgando un sistema educativo que parece calcado de los libros de educación familiar de la España franquista; es necesario crear una educación sexual sin el vicio de la doble moral, que esté orientado a afrontar las realidades que las juventudes viven en nuestro sistema de valores y creencias actuales y reales. De la misma forma, debemos enfocar esfuerzos en una cultura de la prevención más diáfana, apegada a un sistema de salud que esté preparado para dotar a los hospitales y a las escuelas con sistemas de prevención correctos.
El mayor ejemplo de todo lo anterior es cuando a la Fundación “Daniela Chappard” se le retiró en el año 2005 el premio “Monseñor Pellín” puesto que dicha fundación apoyaba elementos como el condón, que iban en contra de lo que promovía la Iglesia.
Una fundación que ha luchado de manera denodada y que ha llevado adelante una de las campañas más exitosas e inteligentes por la educación sexual de los venezolanos, fue castigada por no apegarse a una moral que en todo caso se cree con mayor derecho a condenar aquello que no aprueba que a aportar soluciones a los problemas que le angustian.


4 / El Mundo / Sábado / Caracas , 28 de Enero de 2006

José L. Cubillán R.