Existe una vacuna contra este mal, la de la justicia cierta, expedita y por
encima de todo pública. No se puede dejar pasar tres años entre el hecho y la
sentencia. Son tres años durante los cuales surgirán imitadores de los
delincuentes que han sido aparentemente exitosos en el objetivo de burlar la
justicia. Fresco el ejemplo de Augusto Pinochet, ¿de qué sirve juzgar a un
anciano senil, en silla de ruedas y con pañales, ya después de que disfrutó de
un poder absoluto y fue Dios en una nación, que vivió impunemente y que dio pie
a imitadores en todo el mundo con ansias iguales de ser reyezuelos? En sus
ligeros espacios de lucidez el dictador en su cama quizás piense “y qué más da
que me juzguen y me condenen, lo peor que me puede pasar es la muerte y esa
llega con justicia o sin ella”.
A Augusto no lo agarró la justicia, porque los finales de Dios poco tienen que ver con las obras de los hombres. Lo que pase entre Pinochet y el Señor queda entre ellos, ante los hombres siempre quedará impune, y eso es una lástima.
3 comentarios:
LAMENTABLEMENTE TODOS NOS QUEDAMOS ESPERANDO UNA JUSTICIA TERRENAL PARA PINOCHET.
UN ABRAZO Y FELIZ AÑO
hola sinceramente me sorprende ver un blog de esta indole, tan interesante y da mucho de que pensar me encanto, y voy a seguir leyendolo. Un abrazo gigante desde Argentina te dejo algo de lo que yo hago. www.fotolog.com/musa_polimnia
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