Creo en el Derecho de autor

miércoles, febrero 20, 2008

De lo divertido de ser terrorista

Debe ser divertido eso de que lo llamen terrorista a uno, debe ser maravilloso repartir este espantoso epíteto a todo aquel que contradice nuestras ideas y acciones, al fin y al cabo fue una moda que empezaron los gringos quienes después del 11 de septiembre decidieron que todo aquel que no vomitara del asco por las acciones atribuidas ya casi arbitrariamente a Osama Bin Laden era terrorista.
Más allá de las ideas que han llevado a pensar que el 11/09 no fue responsabilidad de Al Qaeda sino del mismo gobierno Estadounidense (ver a Fahrenheit 9/11, leer Hitler Ganó la Guerra entre otros muchos), la idea de que todos somos terroristas se ha convertido en una realidad.
Ahora me asombra cuantas cosas pueden ser terroristas, logrando con ello banalizar lo que es un tema extremadamente serio, el terrorismo es ante todo una modalidad delictiva que busca transformar la visión incluso, y es lo más perverso, de aquellos que nunca tendrán contacto con sus acciones. Es cuando la gente de Tucupita le empieza a tener miedo al Ántrax, cuando es posible que nunca lo vea o tenga contacto con él.
En consecuencia, me siento terrorista. Sin saber todo lo grave que implica la palabra, es un efecto colateral que posiblemente ni siquiera los grandes planificadores hayan previsto, porque es posible que supieran que después del 11/09 todos le tendríamos miedo al coco y al lobo de caperucita pero no creo que supieran que nos identificaríamos con ellos. Es simple, nos identificamos con el débil, con el más golpeado y últimamente a los terroristas le echan la culpa de todo, han terminado siendo los pobrecitos de la historia. El mundo está seriamente al revés.